Brecha digital y lesbofobia: las dificultades y violencias que las mujeres han debido enfrentar producto de la pandemia

Publicado Myriam Aravena para El Mostrador el día 12 de abril de 2021.

La pandemia ha dejado al descubierto y ha agudizado muchas discriminaciones y desigualdades que las mujeres deben enfrentar a diario. Te invitamos a conocer dos proyectos ganadores del Fondo concursable “Juntas enfrentamos la crisis del Covid-19”, de la plataforma Juntas en Acción, que van en directo beneficio de las mujeres de las disidencias sexuales y de las pobladoras de Recoleta.

La pandemia ha afectado a millones de niñas y mujeres de diversas formas, especialmente aquellas históricamente vulneradas, como las mujeres más pobres y las pertenecientes a las disidencias sexuales.

Estas últimas, han tenido que enfrentar la pérdida de puestos de trabajo, como muchas otras mujeres, con el agregado que al tener que volver a sus casas han quedado vulnerables a la lesbofobia, bifobia y transfobia, afectando su salud mental e incluso amenazando su integridad física.

Las mujeres más vulnerables también se han visto especialmente afectadas debido a la brecha digital. Ante los nuevos llamados a quedarse en casa para controlar la pandemia, el trabajo, la educación y los trámites online se han vuelto indispensables, lo que plantea una dificultad para muchas personas que no cuentan con la conectividad ni con las herramientas para realizar estas tareas en Internet.

El Mostrador Braga conversó con la Agrupación LésBica Rompiendo el Silencio, Fundación Datos Protegidos y la Agrupación Las Pobladoras de Recoleta, organizaciones que impulsan dos de los proyectos ganadores del Fondo concursable “Juntas enfrentamos la crisis del Covid-19” de la plataforma Juntas en Acción, impulsada por ComunidadMujer y Corporación Humanas, y cofinanciada por la Unión Europea.

Rompiendo el silencio en pandemia

La Agrupación LésBica Rompiendo el Silencio está a punto de cumplir 19 años. Hoy son una organización consolidada, pero partieron como una revista digital, pionera en la temática lesbofeminista el año 2002.

“Llegó un momento en que con unas compañeras nos planteamos armar una organización lesbofeminista, pero que esta organización se dedicara a la incidencia, a visibilizar temáticas desde el lesbofenimismo que, generalmente, y sobre todo desde las políticas públicas, no están visibilizadas”, explica Érika Montecinos, fundadora y actual coordinadora general de la agrupación.

El momento fue durante la campaña de Michelle Bachelet el 2014, donde llegó Érika advertida de que las temáticas de las mujeres lesbianas no estaban representadas. “Fue ahí que me vino toda la motivación y el entusiasmo y dije: ‘hay que levantar una organización que se dedique a la incidencia’ y fue así que surgió”, cuenta Érika.

La primera tarea de la incipiente organización fue realizar un diagnóstico de la situación de las mujeres lesbianas, bisexuales y trans (LBT). Una de las áreas donde más vulneraciones detectaron fue salud: “por ejemplo, en la atención en salud sexual hacia nosotras está instaurada la idea que las prácticas de las mujeres son solamente heterosexuales”, dice Montecinos.

La segunda tarea fue realizar campañas comunicaciones que visibilizaran las problemáticas a las que se enfrentaban y crearan conciencia en las mujeres LBT de la vulneración de sus derechos. Para esto fue esencial la trayectoria y la experiencia comunicacional que habían desarrollado gracias a la revista.

Uno de los principales aportes que Érika identifica es la mirada interseccional. “Hay que tener una mirada más interseccional’, o sea no solamente por nosotras las lesbianas, sino que también por las mujeres trans, las mujeres migrantes, las mujeres indígenas. Necesitamos incluir estas realidades en todo lo que hagamos”, explica.

Una mirada que se ha hecho muy necesaria en pandemia, donde las mujeres de las disidencias sexuales han quedado más expuestas a violencia y vulneraciones. “Nos empezaron a llegar relatos de compañeras y compañeros también, no solamente lesbianas, bisexuales o trans, sino que también gays, muy jóvenes, donde nos decían que estaban obligados a regresar a sus casas y ahí estaban recibiendo violencia”.

La homofobia, la transfobia y la lesbofobia de parte de los propios familiares de las y los jóvenes se ha convertido en una de las principales barreras para su bienestar, su salud psíquica e incluso su integridad física, llegando a registrarse amenazas de violaciones correctivas.

Ante este panorama, la Agrupación presentó el proyecto #ElOtroClóset, ganador del fondo concursable de Juntas en Acción. “El proyecto busca visibilizar el impacto y los efectos que ha tenido el COVID en la comunidad LBT”, explica Érika.

La iniciativa constó de talleres, donde se realizó acompañamiento para apoyar la salud mental de las mujeres y del programa de conversación Abramos #ElOtroCloset que contó con la participación de destacadas personalidades como la comediante Natalia Valdebenito, la cantante Camila Moreno y la cineasta Marialy Rivas.

Pueden acceder a los capítulos de Abramos #ElOtroCloset en el sitio web

Además, el lunes 29 de marzo se presentó una agenda social en una conversación con la senadora Adriana Muñoz, que busca orientar y apoyar las políticas públicas dirigidas a las mujeres lesbianas, bisexuales y trans. Entre las principales demandas está la entrega de un ingreso básico temporal a personas LGBTIQ+, según su índice de vulnerabilidad; crear un programa de incentivo a la contratación de personas LGBTIQ+; y entregar apoyo psicosocial.

Pueden ver el conversatorio aquí

Una alternativa comunitaria a la brecha de género digital

Hace más de un año la pandemia del Coronavirus llegó a Chile y con ella una “nueva normalidad” que incluía el teletrabajo, las clases a distancia y una serie de trámites que ahora se debían hacer en línea.

“Muchos se empezaron a dar cuenta de la famosa brecha digital, es decir, toda esta idea, toda esta imagen de que como país habíamos resuelto los problemas de conectividad, se empieza a desmoronar”, explica Patricia Peña, periodista y directora de la Fundación Datos Protegidos.

Así es como surge el proyecto Reconectadas que busca generar un proceso de alfabetización digital con énfasis en el uso seguro y autónomo de Internet; mejoramiento de la conectividad del sector; y creación de un podcast.

El proyecto está ubicado en un sector histórico de Recoleta: la población Angela Davis, nacida a partir de una toma de terreno el año 1972. «Ustedes dicen, ¿por qué se llama Angela Davis? Estos hermanitos [refiriéndose a los fundadores del “Comité Sin Casa: Angela Davis”; David Mena, y los hermanos Francisco y Juan Maltrain] tenían dos nombres para la población. Uno era Martin Luther King y el otro era Angela Davis, pero como en esa reunión había más mujeres luchadoras y soñadoras, le pusieron Angela Davis (…) esa es la historia, esa es la verdad», contó Fernando Valenzuela representante de los fundadores de la población durante la visita de Angela Davis a Chile en 2016.

En la comuna de Recoleta sólo el 49% de los hogares cuenta con acceso a Internet fija, lo que implica que la mitad de sus habitantes dependen de su Internet móvil personal o de otras formas de conectividad, una situación que se ha vuelto especialmente crítica en pandemia.

“Durante el año pasado nosotras logramos hacer una red de quince ollas comunes y así también fuimos conociendo las necesidades de los pobladores y pobladoras, ahí fuimos notando la brecha digital. Las mamás, que eran las que se quedaban en las casas, no le podían ayudar en las tareas a sus hijos, tampoco había computadores donde pudiesen descargar el material, las tareas de los hijos. Ese era un tema súper importante”, explica Nataly Parra Delgadillo, parte de la Agrupación Las Pobladoras y encargada del Taller de Alfabetización Digital.

Por eso, la iniciativa busca desarrollar una red local que les permita tener conectividad, para lo que identificarán puntos que puedan servir como nodos que puedan amplificar la señal.

El proyecto no sólo se hace cargo de la conectividad, primera barrera de la brecha digital, sino también de su segunda barrera: la alfabetización digital. “Empezamos a ver todos los días un montón de testimonios de personas que decían: ‘sabes que además de que no tengo internet, no sé cómo se usa internet”, cuenta Patricia Peña, quien además es la coordinadora del proyecto.

Quienes más afectadas se vieron fueron las mujeres: por un lado, se perjudica su desarrollo laboral y educacional, y por otro han quedado aún más expuestas a la violencia de género. Un estudio de la Fundación Datos Protegidos sobre Violencia de Género en Internet en Chile (2018), indica que un 88% de las mujeres encuestadas ha vivido violencia verbal, un 66% ha sido hostigada online y un 40% ha recibido contenido agresivamente sexual sin solicitarlo mediante un dispositivo móvil. En la misma línea, una encuesta del Observatorio de Acoso Callejero (2020) confirma que 22% de mujeres encuestadas ha vivido alguna situación de ciberacoso sexual desde plataformas online.

Es por esto que la iniciativa aborda la brecha digital con una fuerte perspectiva de género. “Las mujeres han sido relegadas del mundo tecnológico. Los estudios muestran que las mujeres son las que menos pueden acceder a un computador por su costo, porque básicamente la población mayoritaria de mujeres en América Latina está bajo una línea de la pobreza”, explica Peña.

Algo que refuerza Verónica González, parte de Las Pobladoras: “La brecha de género es muy real. En la escuela nos pasa que las mamás tenían que ir a pedir las tareas físicas de sus hijos porque no tenían un medio de conexión. Y es algo que los hombres, en general, no hacen, aunque estén cesantes. Por eso hay que seguir hablando de la brecha digital de género, porque es así como lo materializamos y nos damos cuenta de la gravedad del asunto”.

Uno de los objetivos del proyecto es que la experiencia pueda ser replicada en otros lugares. “Nuestra idea es sistematizar y documentar estas pruebas para después trabajar con el municipio. Creemos que hay una oportunidad de promover la idea de las redes comunitarias y locales de internet, tal como ya ha pasado en Argentina, México o Colombia”, comenta Patricia Peña.

También busca dejar aprendizajes en la comunidad: “Para nosotras es una oportunidad de crecer como organización y de ayudar a la comunidad que se ve fortalecida con este tipo de proyectos. Creemos que es el modo de hacer las cosas, las organizaciones funcionan si la gente tiene la voluntad y las ganas de hacer las cosas bien y ojalá sea este proyecto y sean muchos más en los que podamos seguir participando y trabajando juntas”, finaliza Nataly.

 

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